Por Patricio
Montesinos
Hace 17 años el
fallecido papa Juan Pablo II visitó Cuba y sugirió entonces que la Isla caribeña se abriera al
mundo, y el mundo se abriera a ella, lo cual ha sido cumplido por la mayor de
las Antillas, como siempre ha hecho a lo largo de su historia, cuando
algo ha prometido.
En aquel momento,
los añejados y retorcidos adversarios de Cuba apostaban a que el viaje pastoral
podría servir para hacer tambalear, o incluso dar al traste, con la Revolución iniciada en
1959 y comandada por su líder histórico Fidel Castro, pero una vez más tales
alucinaciones terminaron en pesadillas.