Por: Patricio Montesinos
La locura de Washington no tiene precedentes. Ya amenaza a todo el mundo
con sanciones, incluido a sus aliados, como es el caso de Alemania, lo cual es
otra demostración de que el imperio de Estados Unidos está en su fase terminal,
y cercano a su defunción.
Es como si la famosa estatua de la Libertad de Nueva
York, más un símbolo de poder que de emancipación, se estuviera desmoronando
por un intenso terremoto, que son hoy los cambios geopolíticos que se
escenifican en el planeta tierra en camino seguro, y no lejano, a la
multipolaridad definitiva.
Ante esa realidad que los grandes poderes
estadounidenses conocen muy bien, presionan al actual inquilino de la Casa
Blanca, hoy el débil y vulnerable presidente Barack Obama, a intimidar con
sanciones a cualquiera que no cumpla con los dictámenes del moribundo
imperio.
En el caso de Alemania, uno de sus principales socios económicos y de
andanzas de guerra y agresiones en la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN), Washington le hizo "una advertencia muy clara": “que
tendría que enfrentarse a sanciones estadounidenses si permite la entrada de
Edward Snowden a su territorio”.
En concreto, en el mensaje el Pentágono chantajeó a Berlín con suspenderle
su cooperación con los servicios secretos germanos en el campo de la lucha
contra el terrorismo, si el ejecutivo de Angela Merkel acepta a Snowden, y no
lo extradita a Estados Unidos.
Tal coacción se traduce en que la Casa Blanca permitiría que la población
alemana fuera vulnerable a un eventual ataque terrorista descubierto con
antelación por los servicios secretos norteamericanos.
Con ese tipo de amigo no hace falta tener enemigos, reza un afamado refrán
popular, y queda claro entonces que las naciones consideradas “desobedientes”
por Washington están expuestas de manera permanente al verdugo
“Sancionador”.
Esos son los casos actuales de Rusia, Irán, Venezuela y Cuba, entre una
veintena de gobiernos y pueblos en el mundo, a los cuales la Casa Blanca les
aplica diferentes medidas coercitivas para intentar debilitarlos, y demostrar
al mismo tiempo su poderío, cada vez más decadente, ante el empuje de las
denominadas potencias emergentes.
Más que una conducta de fuerza, ese accionar estadounidense evidencia
fragilidad, y temor incluso ante sus fieles “cófrades” como Alemania, que no
puede descartarse ya estén acomodando sus políticas a los nuevos tiempos en los
que Estados Unidos dejará de ser el gendarme mundial.
Si se repasa la historia, tanto los imperios como los regímenes en el ocaso
utilizan todas las formas de violencia y fuerza para conseguir sobrevivir,
desde la represión contra sus propios compatriotas, las torturas, las
invasiones, los crímenes, el terrorismo, los golpes de Estados y la imposición
de dictaduras.
Todo ello lo pone en práctica actualmente, tanto en su propio territorio,
como internacionalmente, el Sancionador. A buen entendedor con pocas palabras
bastan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario